Los cambios acontecidos en España en el ámbito económico y social desde los años 1980 han supuesto un conjunto de transformaciones en la organización del espacio, en el bienestar de las personas y en los modos de vida. Estos cambios podemos resumirlos en los siguientes items: el crecimiento económico y las transformaciones más llamativas de la estructura productiva; la consolidación del proceso de urbanización y la emergencia de una realidad metropolitana, de grandes archipiélagos urbanos interconectados que generan nuevas escalas de análisis de ámbito supramunicipal como son las áreas metropolitanas y regiones urbanas; la revolución en el sistema de transportes y comunicaciones; la generalización de la cultura del ocio y la multiplicación de las prácticas turísticas; la hegemonía de la escala global en la explicación de las transformaciones que han tenido lugar; la incorporación de las TICs.
En pleno siglo XXI observamos una nueva realidad territorial, la convivencia de fenómenos que a priori podrían considerarse incompatibles: el crecimiento de la ciudad central –asociado a la llegada de población extranjera- y el mantenimiento de la dispersión urbana sobre el territorio metropolitano. Si 1975-1991 Barcelona, por ejemplo, registraba pérdidas de población, los datos del periodo 1996-2005 demuestran que empieza a recuperarse (de 1.508.000 a 1.593.075 hab.). Sin embargo, cuando atendemos a la naturaleza de los residentes observamos que la ciudad ha perdido en este decenio 108.892 españoles. Lo que sucede es que la llegada de población extranjera es tan numerosa, 190.320, que compensa las pérdidas e invierte la tendencia total. Esta población extranjera tiende a asentarse de forma muy mayoritaria no sólo en Barcelona, sino en el conjunto de las principales ciudades. Así, si en Barcelona la presencia de población extranjera creció en un 656,9% y en el resto del continuo urbano en un 1075,0%, en el resto de la primera corona lo hizo “sólo” en un 551,1%. Si en las siete principales ciudades metropolitanas de la segunda corona barcelonesa se incrementó en un 893,1%, en el resto del ámbito lo hizo “sólo” en un 506,3%. Un patrón que se reproduce en las restantes áreas metropolitanas españolas, aunque con distinta intensidad. Esta evolución pone de manifiesto que se ha pasado de una realidad urbana a una realidad metropolitana.
Una realidad en la que se observa una nueva ocupación residencial del espacio, transformaciones en la estructura demográfica (tanto en la ciudad central como en sus coronas inmediatas) y nuevas redes de cohesión social; una descentralización funcional –tanto de servicios como de actividades industriales-; cambios en la movilidad de la población (pendulares, por ocio), una mayor competencia y a la vez complementariedad entre los servicios de transporte. Es decir, estamos asistiendo a una metamorfosis de los cinturones periurbanos, a un nuevo crecimiento espacial, con sus ventajas e inconvenientes, que exige desarrollar nuevas políticas de gobernanza y de colaboración entre agentes sociales con el objetivo de conseguir la cohesión territorial y el equilibrio medioambiental. Los intereses de la región urbana o área metropolitana deben acabar con la exagerada ideología localista y situar a su territorio en un marco competitivo.
a) Analizar las dinámicas de urbanización en las principales ciudades españolas-espacios metropolitanos, con especial atención a las variaciones que éstas conocieron en los últimos diez años.
b) Estudiar la evolución de los procesos de metropolitanización y observar cómo las principales áreas urbanas se convirtieron en realidades supramunicipales y afirmaron su liderazgo sobre el conjunto del sistema urbano español.
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